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  • Foto del escritorJorge Ochoa

Audiencias Digitales

Si bien el término de “audiencia” se refería primordialmente a las personas que recibían mensajes a través de los medios de comunicación imperantes en el siglo XX, medios escritos, radio, cine y televisión, para estos últimos años con la súbita masificación de dispositivos electrónicos, se han multiplicado también los medios por los cuales se transmite información y/o se establece comunicación. Por ello la nueva visión de las audiencias se encuentra sujeta a la interacción con los nuevos medios y a las propuestas que éstos, en su desarrollo al parecer incontenible, afectan las condiciones y vínculos con el entorno de los receptores, además de sus propias condiciones como personas. Las condiciones socio-culturales y económicas imperantes, no solo en Latinoamérica, sino incluso en la gran mayoría de países en desarrollo, nos muestran un panorama amplio de las circunstancias particulares que vivimos las que aquí llamaremos específicamente “audiencias digitales”, con el propósito de determinar aspectos característicos de esta reciente y creciente generación de consumidores dependientes, en muchos casos, de los dispositivos móviles, dentro de nuestro entorno cultural.



1. Del entorno a la introspección

No han pasado muchos años desde que podíamos ver a las personas que iban en el transporte público y privado con miradas expectantes, reconociendo las personas que viajaban junto con ellos e incluso, en los casos en los que se permitía, atentos a los mensajes que podían escuchar en las radios sintonizadas en las más particulares emisoras, aspecto característico en la mayoría de países latinoamericanos, que incluso nos hace ver como distintos de las culturas europeas y anglosajonas, característica que por demás se ha venido conformando desde el mestizaje provocado por la rebeldía de las razas amerindias aunque no dominantes. Así pues, era muy común apreciar miradas absortas en el paisaje urbano, o en una extraña conexión con los aparatos de radio, incluso se podían escuchar conversaciones ajenas o forzadas por los encuentros casuales, cuando no se sintonizaban con los siempre estruendosos sonidos callejeros y el bullicio de los infaltables vendedores que conforman la ya aceptada economía del rebusque, provocada y estimulada por el desequilibrio insidioso de nuestros gobernantes de turno. Sí, nuestro entorno cultural es particular, reconociendo precisamente estos aspectos que define Edgar Morín, citado por Moragas, como “Un cuerpo completo de normas, símbolos, mitos e imágenes que penetran dentro de la intimidad del individuo, estructuran sus instintos y orientan sus emociones” (2011, p.120). Normas impuestas de acuerdo a las necesidades egoístas de unos pocos, símbolos ajenos y propios que se mezclan provocando extraños super-héroes enmallados con poderes de sumisión, mitos de poder que surgen de creer en nuestros explotados recursos naturales, que se suman a imágenes importadas de belleza y satisfacción fría, pálida y delgada, por solo inventariar algunas pocas cosas artificiosamente hechas para penetrar nuestra desorientada percepción del entorno. Con todo, las características de las audiencias de las grandes y pequeñas ciudades latinoamericanas se entretenían y relacionaban con los sentidos y teniendo en cuenta perspectivas cercanas a sus realidades. “La composición y comportamiento de las audiencias mediáticas (prácticas referidas a la elección y uso de los media) siguen siempre pautas culturales, antes, durante y después de la experiencia mediática” (Mc Quail, 2000). Así podíamos ver las respuestas evidentes de la influencia de los medios, desde una sonrisa, un comentario suelto o dirigido a un interlocutor extraño, el tarareo de una canción, hasta la búsqueda propositiva para iniciar conversaciones anónimas o no tan anónimas en los lugares a los cuales se dirigen los escuchas, hablando específicamente de los radioescuchas del transporte público. Sin embargo, para el caso de la televisión o los medios impresos, se pueden tener en cuenta los mismos sistemas de respuesta, la búsqueda de interlocutores inmediatos, pues en muy pocos casos se establecen contactos directos con los mismos medios, salvo el caso de los aún hoy populares programas con participación directa de los oyentes a través del teléfono.

Las condiciones de comunicación de las que estamos disertando corresponden a un periodo anterior al 2005 (para el caso Colombiano, pero que pudo variar para cada país latinoamericano), en el que, aunque ya teníamos telefonía celular e internet en nuestros países, la preponderancia de los medios supra citados era hegemónica. Sin embargo, como una de las concepciones divergentes en la comunicación, los logros técnicos, Wolton (2010, p. 25), la ampliación de funciones de los dispositivos móviles marcaron una distancia que se fue haciendo cada vez más evidente en el comportamiento de los usuarios que, aunque mantenían sus miradas expectantes, éstas se empezaron a enturbiar perdiéndose en objetos imaginarios y horizontes lejanos al intimar su relación con el dispositivo que ahora le proporciona la señal de radio o las músicas de su predilección, mientras se mantienen las sonrisas solitarias y los tarareos cada vez más sonoros por no escucharse a sí mismos, al mantener sus oídos sellados al exterior con los audífonos. Para este momento las implicaciones de los nuevos medios se estaban multiplicando exponencialmente, dando mayor posibilidad de recepción y su control, nuevas maneras de almacenamiento de datos, aumentando la individualidad y permitiendo a laos emisores multiplicar las opciones de llegada a las potenciales audiencias (Mc Quail 2000, p. 444). Uno de los efectos más notorios que, sin lugar a dudas, podemos percibir plenamente en la actualidad es el que tiene que ver con la interconectividad y el uso de las redes impulsada por el uso de la internet móvil, la cual ha impuesto un cambio significativo en el comportamiento de las audiencias, en la medida que los procesos comunicativos multitarea se han convertido en parte esencial de las estructuras de los individuos, pues un hecho fundamental en la vida de la gran mayoría de las personas es el mantener conversaciones a través de los servicios de mensajería electrónica y al tiempo estar escuchando la radio o música, pero también saltando a revisar los correos electrónicos, consultando la última entrada en las redes que a su vez les remiten a unos archivos fotográficos o de video, todo mientras tratan de sostenerse con una mano en medio de la maza humana de los atestados servicios de transporte público en las horas de más congestión.

Es en este momento cuando surge la inquietud sobre las características de éstas audiencias, pues, como grupo forman parte de nuestras comunidades y están siendo el foco de atención de los grandes medios y de los productores de tecnología, mientras que como individuos están sujetos a sus aparatos que los aíslan concentrando sus sentidos en unas pocas fuentes de información, (contrario a lo que pudiera pensarse desde el análisis que puede realizarse de un usuario en un ordenador en donde se puede acceder a una vasta gama de posibilidades), que aunque muchos dispositivos ya traen la capacidad de acceder a ellas, las circunstancias de uso del dispositivo, sumado a la influencia marcada por las fuentes, no lo impulsan a utilizar, salvo en pocos casos, éstas relaciones entre sociedad y medios para conformar las audiencias, se evidencian fusionadas “inextricablemente, quedando pocas necesidades potenciales de comunicación social o individual que no están cubiertas de una u otra manera.” (Mc Quail, 2000, p. 440), es decir que las audiencias que vemos en el día a día han sido originadas conjuntamente entre medios y sociedad.

Sin embargo, las actuales audiencias no caen en la pasividad pues demuestran una buena capacidad de modificar el significado de los mensajes que reciben por parte de los medios (Castells, 2010), incorporándoles sus propias significaciones y experiencias, lo cual no quiere decir que no puedan ser influenciados o engañados por las fuentes, pero por la diversidad de mensajes que reciben, tienen mayor opción de escoger sus preferencias:

La audiencia es pasiva y activa al mismo tiempo. La mente actúa de tal forma que las informaciones, ideas e impresiones nuevas se toman, evalúan e interpretan a la luz del esquema cognitivo y de la formación acumulada de la experiencia anterior… La investigación acumulada durante las últimas décadas confirma que la audiencia media presta relativamente poca atención, solo recuerda una pequeña fracción y no se siente sobrecargada en absoluto por el flujo de información o las opciones disponibles en los medios y mensajes. (Neuman, citado por Castells, 2010, p. 179)

Este proceso de interpretar los mensajes recibidos desde distintos medios de comunicación por un mismo dispositivo, negociar sus significados como receptor y partiendo de su experiencia hacer ahora el papel de emisor, juntando además sus propias redes de interacción que hacen que su respuesta un significado compartido, a esto es lo que Castells denomina “audiencias creativas”, que mediante la reutilización de contenidos o “remezcla”, es fuente de la “autocomunicación de masas” (2010). Esta nueva forma de comunicación multiplica y diversifica las entradas en el proceso de comunicación, aunque por ahora estará sujeto al dominio de las corporaciones, medios y operadores de redes del mundo. A pesar de ello, este sistema que se ha ido implantando es un tanto más inclusivo y abierto de las otras formas de comunicación social.

Esta situación nos lleva a determinar como estas audiencias se van convirtiendo en un conjunto de consumidores de los medios ya sea por que utilizan los espacios virtuales para su beneficio comunicacional, o porque entran dentro del proceso comercial directamente, el cual se ha intensificado de manera significativa en nuestra región, a tal grado que se aseguran las transacciones bancarias y consultas virtuales en temas tan álgidos como la bolsa o las inversiones. Pero por otra parte el uso masivo de las aplicaciones para los nuevos sistemas operativos, como Android, iOS, Blackberry, Firefox, Windows Phone, entre otros, diseñados para los aparatos móviles y las ahora tan populares Tablets, han introducido un nuevo perfil de usuario multitarea que puede gestionar las más diversas situaciones en el campo de la interactividad como conocer desde las condiciones del tráfico automotor o los servicios de transporte masivo de la ciudad, hasta solicitar los servicios de taxi o las condiciones del mercado inmobiliario locales y globales, además de una inmensa posibilidad de aplicaciones de noticias y entretenimiento que van desde libros, revistas y periódicos hasta juegos de todo tipo. No es de extrañar, pues, que en la mayoría de nuestras ciudades, grandes y pequeñas, veamos a tantas personas concentradas y absortas en sus móviles, pues con la cantidad de información que se está manejando no tienen tiempo ni de levantar sus miradas para percatarse de los sucesos del entorno.

2. Tiempo y usabilidad

Volviendo a nuestro recuento, los periodos de tiempo en los que las audiencias se mostraban interesadas por hacer uso de los medios masivos también ha sufrido un cambio importante, pues, mientras a finales del siglo anterior la atención en los medios masivos se prestaba mientras se podía estar en un lugar fijo, casa o lugar de trabajo, o para el caso que nos ocupa, en un medio de transporte, en donde la radio tenía una penetración importante dentro de las audiencias, especialmente dentro de los jóvenes y adultos de ambos géneros, sin descartar, por supuesto, los medios escritos, así pues la atención se centraba en espacios y momentos determinados dada la limitación del posible contacto con los mismos. No era muy posible ser audiencia pos mucho tiempo o de ser así tan solo se consideraba como una mera audiencia pasiva a la espera de que se le comunicara alguna información. En la medida que se diversificó el acceso a los canales de comunicación, a través de las nuevas tecnologías, los tiempos de dedicación se han ido aumentando, en la medida que la portabilidad de los instrumentos lo fue permitiendo, hasta llegar al punto actual en el que se confunden los espacios y los tiempos en los que el uso de los medios y cualesquier otra actividad que se desarrolle, así pues la estabilidad en el uso de los “media” descrita por Mc Quail (2000), referida a la disponibilidad de tiempo libre o la capacidad económica, se ha diluido casi que por completo, debido a la facilidad en el acceso de las nuevas tecnologías y a la posibilidad de hacerlo en cualquier momento. De la misma manera, la disponibilidad de elección de los contenidos ya no se puede referir a determinadas edades o circunstancias sociales, por lo menos no del todo, ya que las nuevas generaciones han adquirido el ingreso a las cadenas de información y uso de contenidos digitales desde una temprana edad.

Para el caso Colombiano, que muy seguramente, y dado que nuestra idiosincrasia latinoamericana y dependencia de los mercados globalizados, podría verse reflejada en la mayor parte de nuestros países, según datos suministrados por una empresa dedicada al análisis de mercados[1], quienes hicieron una investigación para el Ministerio de las Nuevas Tecnologías, en una muestra de 1005 personas, en ciudades de más de 200.000 habitantes, con edades entre 15 y 55 años, realizada entre el 16 y 31 de octubre de 2012, se obtuvieron resultados como que el 99 % de las personas entre 15 y 17 años tiene acceso a la Internet, un 61% para el total de la población, y hacen uso de la red el 54% de la población durante un promedio de 2,6 horas al día, además el 23% de los habitantes cuenta con teléfonos inteligentes (medida que muy seguramente siguió creciendo debida a la importante baja en el costo de los aparatos en el último año), que el 40% de los habitantes escucha radio a través de sus celulares, el 15 % ve cine en línea o que el 12% descarga las películas, son datos reales que confirman, por lo menos en parte, la evidente realidad del concurso de estas nuevas “audiencias digitales” que hacen parte del sistema de las comunicaciones de la actualidad (Molano, 2012). El crecimiento es de tal magnitud que las proyecciones hablan de un aumento en 56 veces en los registros de acceso a la Internet a través de los móviles para el año 2015 (Fernández, 2011).

El grupo social con más actividad como audiencia en las tecnologías móviles está ubicado en el rango de los 15 a los 35 años, en donde el uso de los medios digitales está integrado plenamente a sus actividades cotidianas, al grado que es muy común ver como si están varias personas sentadas a una mesa compartiendo un momento de relajación o una merienda, durante el tiempo que permanezcan juntas están constantemente haciendo uso de sus móviles en cualquiera de las facetas de la información digital, al tiempo que “conversan” entre ellas. Estos fenómenos dan cuenta de las nuevas adicciones que están surgiendo en este tiempo y que se suman a las surgidas a finales del siglo pasado con el uso de los videojuegos, consolas, juegos de rol, que han minado el comportamiento de los jóvenes en los últimos 15 años, y es que es tal el grado de adicción observado en las personas que ahora solo se comunican a través del correo electrónico o de los chats para cosas elementales como un saludo o incluso para coordinar asuntos de más trascendencia, aún dentro de espacios tan reducidos como las mismas instalaciones de trabajo, para lo cual incluso se utilizan formas escritas que sintetizan las palabras con símbolos simplificaciones o los llamados “emoticonos” que reducen a otro nivel las capacidades de comunicación interpersonal, ajena a expresiones emocionales inimitables en la conversación personal. Eso sin contar con la cantidad de información que se comparte a través de las redes sociales, que además del propósito con el cual fueron planeadas, compartir información, han causado a nuestra sociedad una multitud de problemas de los cuales apenas estamos dándonos cuenta, en lo que tiene que ver con el uso de información personal, uso del tiempo, aislamiento, cambios sustanciales de personalidad, injurias, acoso cibernético, pederastia y muchos otros fenómenos que han surgido con especial fuerza, producto de la facilidad y posibilidad de encubrimiento con que se participa en ellas.

Por otra parte cabe destacar aspectos positivos de los nuevos sistemas de comunicaciones, en función de la democratización de los mismos. Los nuevos medios están generando nuevas posibilidades de cambio social, en la medida que la misma gente gestiona su propia información independientemente de los medios mayoritarios, como lo manifiesta Castell.

No obstante, las posibilidades creadas por el nuevo sistema multimodal de comunicación interactiva refuerzan extraordinariamente las oportunidades de nuevos mensajes y mensajeros ocupen las redes de comunicación de toda la sociedad, reprogramándolas de acuerdo con sus valores, intereses y proyectos. En este sentido, la construcción de una autonomía comunicativa tiene directamente que ver con el desarrollo de la autonomía social y política, un factor clave para fomentar el cambio social. (2009, p.532)

No podemos, sin embargo, creer que el control regido por las multinacionales, los grandes medios y las potencias van a desaparecer o incluso a disminuir, pues son ellos quienes controlan todos los canales por los cuales se hace la difusión en la red.

[1] IPSOS Napoleón Franco

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